EL JARDÍN DE LAS MENTIRAS.


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Tanto si la oímos como si no, suena la flauta del tiempo interno. Robert Bly, book of Kabir.
Ni vivir puedo en tu ausencia,
ni vivo cuando te veo,
ni es del mundo este deseo
que consume mi existencia.

-Blanca Ríos, escritora-

miércoles, 4 de noviembre de 2009

ROAD ONE WAY

11:45 a.m., mediados del mes de julio.
Corría un viento seco en la región de Thora. El lugar, de aspecto árido, presentaba un monótono paisaje de chaparrales, rocas y tierra rojizo-anaranjada, que recordaba al fuego y que, acompañaban a un deslumbrante cielo azul sin nubes y a un sol que azotaba con su luz todo aquello que tocaba.

Un descapotable azul brillante, cruzaba veloz la carretera comarcal de Road Clay, levantando una estela de polvo tras de sí.
Era conducido por una mujer. No tendría más de veintitrés años, y aunque no tenía una belleza que hiciera girar los rostros para mirarla, si poseía un enorme atractivo.
Se llamaba Hill Remain y llevaba tres días de viaje por carretera, en dirección a su destino final, la ciudad de Primrose.
A medida que los minutos pasaban el sol calentaba más.
-"¡Uf!, ¡tanto sol no es sano!...-pensó sofocada.-"Uhm... Hill, ¿lo qué ves es un espejismo producto del calor, verdad?"-se preguntó extrañada frunciendo el ceño.
A lo lejos, veía lo que le pareció una figura de hombre:
-"¿Será posible...?"-
La figura masculina se giró cuando oyo el motor del coche de Hill acercarse y le hizo señas con el dedo para que se detuviese.
Hill paró el descapotable a la altura del autoestopista, que le sonrió agradecido. Se fijó en él con atención: a los hombros cargaba una mochila y una bolsa de viaje enormes. Y por una fracción de segundo, a Hill le resultó tremendamente familiar. Aunque la sensación fue tan breve, que enseguida la olvidó. Lo que más sorprendió a Hill fue la serenidad de sus ojos azules. Al mirarlos, toda desconfianza se disipó de la joven, que le devolvió la sonrisa:
-¡Hola!, ¿no es extraño encontrarte en este lugar tan olvidado por la mano de Dios?-
-¿Por Dios? No creo, tú has aparecido. Me llamo Guess Hide y me dirijo a Primrose-contestó el joven.
-¿A Primrose?, yo también. Venga sube, que te llevo. Deja tus bártulos en la parte de atrás, Guess. Me llamo Hill Remain, encantada de conocerte-
-Igualmente, Hill-contestó él subiendo al coche.
-Entonces, ¿te has perdido? ¿o te echaron a patadas de algún sitio?-
-No fue eso precisamente...-comentó riendo Guess.- El jueves dormí bajo las estrellas, y el viernes cuando llegué a la estación de autobuses en Underway, el último ya había pasado y la estación estaba cerrada. Así que, volví a dormir bajo las estrellas y hoy has aparecido tú...-
-Así que un correcaminos, ¿eh?-
-Más o menos. Este lugar es un sitio muy poco transitado, no creí que pasara coche alguno, me has ahorrado ir andando hasta Primrose el resto del camino-
-¡¿A esta distancia?!-exclamó Hill.
-No importa. Tengo que estar allí hoy. Para mí es importante-
-¿Puedo saber por qué?-inquirió Hill llena de curiosidad.
-Es por algo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo. Voy a reunirme con mi familia a la que hace varios años que no veo. No me esperan-le comentó el joven con mirada atormentada y triste.
-Muy bien, entonces estaremos en Primrose esta misma noche murmuró Hill.
-¿Y tú, qué puedes contarme de tí?-
Hill suspiró:
-Bueno, este viaje por Road Clay forma parte de unas mini-vacaciones de 15 días. Es la mejor forma de reunirme con mi novio, Hale. Quiere presentarme "oficialmente" a sus padres, a los que aún no conozco-
-Eso es fantástico-repuso Guess.
Eran las 2:45 p.m.

Media hora más tarde el paisaje yermo de Thora había cambiado por otro mucho más rocoso que comenzaba a elevarse. La carretera de Road Clay había transformado su aspecto, ahora más montañoso. Guess que había estado sonriendo y charlando animandamente con Hill, llevaba ya tiempo silencioso, abstraído. Hill lo había notado. Con un mohín y sin prestar mucha atención a la señal de tráfico que acababan de pasar, miró a Guess y comentó:
-Este calor es insoportable, ¿verdad?-
-Sí-le contestó lacónicamente Guess.
-Oye, si quieres beber algo hay una...-
-Señalaba una curva a 500 metros...-le interrumpió Guess.
-¿Cómo...? Oh, bueno. Sí-contestó Hill distraida.
Guess observó el cuentakilometros del descapotable: 90 km/h.
Viendo a Guess, Hill sonrió divertida:
-Si bajo a menos velocidad llegaremos a Primrose en Pascua-comentó bromeando.
Guess la observó sin sonreir.
-¡Relájate, sólo es una curva!-
Guess no dijo nada. Con el rostro grave y mirada circunspecta, perdida en el horizonte, observaba el montañoso lugar.
El reloj de Hill marcaba las 3:10 p.m. Sólo faltaban 81 metros para llegar a la curva, pero ella no desaceleró, segura de sí misma. Cinco minutos después, Hill frunció el ceño extrañada. Silencioso, con la mirada fija en el horizonte, Guess la oyó comentar de nuevo:
-No puede ser que haga tantisímo calor. ¡Es cómo si en media hora hubiese subido la temperatura cinco grados más! ¿A cuántos grados estamos ahora, 42º?-
Guess no le contestó. Su expresión era lúgubre.
El descapotable pasó por una nueva señalización de curva peligrosa, nada más pasarla, otra nueva oleada de calor volvió a envolverlo todo. Faltaban menos de 50 metros. La temperatura continuó aumentando. Hill lo notó:
-"¡Esto no puede ser real! ¿Qué está pasando?"-
Todo parecía derretirse a su alrededor.
La piel le quemaba y el cuerpo le ardía de calor. Se encontraban a menos de 40 metros de la curva.
A lo lejos, a poca distancia, Hill vió la curva. Era muy cerrada. No había vallas protectoras al borde del terraplén. 3:20 horas. Más calor. 30 metros de distancia. Hill agitó la cabeza, aturdida. Más calor. 20 metros. Más calor.

-...Hace siete años aquí hubo un accidente-susurró la voz de Guess, inesperadamente gélida y profunda.
15 metros. Más calor.
-¡¿Qué?!-exclamó Hill sin comprender. Le faltaba el aire y los ojos le lagrimeaban.
-...Alguien a quien conocí derrapó en esa curva. Se estrelló en el fondo del terraplén y su coche ardió... Justo a esta hora-oyó decir a Guess con voz fantasmal, de ultratumba.

10 metros. Más calor. Más.
-"Las 3:45..."-pensó mecánicamente Hill sin mirar el reloj.
Un dolor horriblemente intenso atravesó todo su cuerpo. Sintió que se estaba abrasando. Que se quemaba. Era insoportable. Más calor. Más. Hill gritó.

-¡Hill!-oyó desde muy lejos la voz de Guess.
-¡¡Ah!!-parpadeó Hill sorprendida.
El dolor y la sensación de axfisia habían desaparecido. No había fuego, nada ardía.

-¡¡Dios mío, no!!-exclamó sorprendida.
Tenía la curva delante.
Sin pensarlo, en un acto reflejo, Hill pisó el pedal de freno con fuerza y giró el volante bruscamente. Hill y Guess salieron despedidos hacia el lado contrario. Guess se agarró instintivamente al salpicadero del descapotable. Hill se dió un golpe en el hombro con el interior de la puerta. El coche derrapó violentamente.
-"Ardió. El otro coche ardió... ¡¡¡Hill, páralo!!!-pensó para sí-"¡¡¡Deténlo!!!"-

El descapotable se paró.
Sólo 50 cm. les separaba del borde del terraplén.
Hill, asombrada, observó la profundidad que éste tenía.
-Oh, Dios...-musitó.
-¿Te encuentras bien-le preguntó Guess.
Hill asintió con la cabeza:
-¿Y tú?-acertó a decir.
-Sí. Tranquila-
Cerrando los ojos, y sin entender que había ocurrido en los últimos minutos, Hill apoyó la cabeza entre los brazos emitiendo un profundo y largo suspiro para no llorar por la tensión. Hill arrancó de nuevo el coche y se alejó de la curva.

Hill no habló a Guess en un buen rato. Pero estaba segura de que algo había pasado. De soslayó miró su reloj: las 4:30 p.m. Guess la miró tranquilizador sonriendo.
Hill pareció salir del aislamiento cuando al ver a Guess sonriendo, azorada le comentó:
-...Oh, vaya. Creo que sería buena idea detenernos en la primera cafetería que encontremos para comer algo-
-Me parece bien. ¿Y le mapa?-preguntó.
-En la guantera...-dijo Hill sonriendo.
-Aquí dice que a 150 metros hay un autoservicio llamado Self Servicie Fancy´s-
-Estupendo. Pararemos ahí-

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