Pequeños pasos,
abanico rojo:
sobre la nieve caminaba la geisha.
Quietud.
Luz dorada:
al ginko miro por la ventana.
Sútil ronroneo el de mi gata.
Restriega su lomo,
y ahora aguarda.
No es recuerdo.
Cuando tan cerca la tengo:
tu presencia.
Crece el bambú
en el vaso de agua.
Y eso fue al año pasado.
Preparo el té,
las chicharras callan.
Tarde de otoño.
Trepa la hiedra hasta tu ventana.
Cortas con tijeras sus ramas:
Ya no tiene casa la araña.
Pasa el tiempo.
Estático,
el jarrón sobre la ventana.
El dulzor de la ciruela
resbala sobre tu boca.
Quiero besarla.
Despierto el deseo en tu mirada.
Arrebol en mis mejillas,
mi piel te habla.
Prendió flores de almendro
entre sedas del kimono,
la gehisa.
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