EL JARDÍN DE LAS MENTIRAS.


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Tanto si la oímos como si no, suena la flauta del tiempo interno. Robert Bly, book of Kabir.
Ni vivir puedo en tu ausencia,
ni vivo cuando te veo,
ni es del mundo este deseo
que consume mi existencia.

-Blanca Ríos, escritora-

miércoles, 4 de noviembre de 2009

ROAD ONE WAY 2

A medida que el tiempo pasaba y dejaban atrás la carretera, el paisaje montañoso y seco tornó otra vez a uno más árido, polvoriento y llano por el que volvían a ir y venir chaparrales y matojos arrastrados por el viento; tranquilizó a Hill y le infundó nuevamente seguridad en sí misma.
Aún podía sentirse el calor de julio azotar el aire, pero a Hill la temperatura le pareció primaveral.

Después de aparcar el coche en un estacionamiento casi vacío, Hill y Guess entraron juntos a la cafetería.
Una larga barra de estructura metálica, tras la cual había dos camareras, presidía el lugar. Junto a unos grandes ventanales había seis mesas de fornica con sillas a ambos lados y sobre las mesas había un set de botes de ketchup y mostaza, un servilletero y un menú de cartón.
Fuera de la barra, otra camarera atendía a un hombre de mediana edad que por su aspecto, parecía un camionero.
Había fotografías y cuadros allá por donde Hill mirase. El motivo siempre era el mismo: paisajes de la región de Thora con caballos salvajes o ganado llevado a través de las praderas.
En una esquina se podía ver un expendedor de tabaco y a su lado una antigua máquina de música de los años 60.
Al entrar, las camareras tras la barra dejaron de hablar entre ellas un isntante y miraron a Hill y a Guess. La camarera que atendía al camionero también los observó de soslayo.
Hill y Guess se miraron extrañados y luego se sentaron en una de las mesas.
-¿Crees qué abremos aprobado la inspección y nos atenderan?-bromeó Hill cogiendo la carta de menús.
Guess rió:
-Tal vez se extrañen de que hayamos parado aquí. Deben hacerlo muy pocas personas-
-Puede ser-contestó ella encogiéndose de hombros.-No sé tú, pero yo voy a pedir un combinado. Y no me importa la hora que es-
Guess volvió a reír:
-Yo tomaré lo que tú pidas. Me comería entera una de esas vacas que se ven en las fotografías-
Una de las camareras que había tras la barra, la más mayor, se acercó a ellos. Era rubia teñida y llevaba el pelo agarrado con horquillas de colores en un moño sin forma.
-¡Hola pareja!-exclamó alegremente.-Me llamo Ginger, como la actriz. Disculpad haberos observado con tanto descaro. Pero pocas parejas jóvenes como vosotros pasan por aquí, ¿sabeís? Sólo paran camioneros brutos como Joe-susurró mientras señalaba al hombre de la otra mesa.
-¡Te he oído Ginger!-exclamó el hombre fingiendo su fastidio.
-¡En fin!-repuso la camarera poniendo los ojos en blanco.-...Y ahora, decidme pareja, ¿cómo os llamaís vosotros?-les preguntó Ginger con una sonrisa de oreja a oreja.
Hill y Guess le contestaron divertidos.
-Bien, Hill y Guess... ¿y qué vaís a tomar?-
Hill pidió dos combinados y algo de beber.
-Muy bien-dijo Ginger anotándolo en una libretita.-Añadiré también dos porciones de pastel de ruibarbo, Magpie los hace como nadie. A eso invita la casa-volvió a susurrar la mujer guiñándole un ojo a Hill.
-Oh, gracias-respondió ella.-Perdona, Ginger... ¿teneís teléfono?-
-Sí, claro. Está fuera, junto a los servicios. Saliendo, a tu derecha y torciendo la esquina-
-Ah, bien. Gracias otra vez-
Ginger se marchó.
-¿A tu novio?-preguntó Guess sonriendo.
-Sí. Tengo que avisarle de mi llegada-
-Bien-repuso él levantando el pulgar en señal de aprobación.
Hill lo observó un instante. Los serenos ojos azules de Guess parecieron mirarle con un fondo de tristeza, tan leve, que Hill creyó imaginarlo:
-Ahora vuelvo-le dijo.
Guess asintió con la cabeza.

Diez minutos después, Hill regresaba de llamar por teléfono.
La mesa estaba vacía.
Extrañada, Hill se sentó:-"¿Dónde podrá estar?"-
Cuando Ginger trajo el pedido a Hill, le preguntó:
-Perdona, ¿sabes dónde fue Guess?-
-¿Guess? ¿Quién es Guess?-inquirió a su vez la camarera.
-El chico que vino conmigo, ¿recuerdas?-
-¿Un chico? Lo siento, pero entraste sola, preciosa-le repuso la camarera dejando un plato de combinado, la bebida y un pastel de ruibarbo sobre la mesa.
-No puede ser... -murmuró Hill.-Un chico entró conmigo aquí y estuvimos hablando los tres... nos preguntaste por nuestro nombre...-
La mujer la observó consternada:
-Estuve hablando unicamente contigo, cariño. Te repito que estabas sola cuando entraste aquí-
Hill miró a su alrededor: ahí estaban las otras dos camareras y Joe el camionero. Nadie más.
-Pero... no entiendo... él estaba aquí...-repitió Hill en un murmullo.
-¿Te encuentras bien?-le preguntó Ginger compasivamente.
-¡Ah! sí, sí... La cuenta, por favor-le pidió Hill confusa.
Con un mohin, Ginger observaba el pedido intacto:
-5,10-
Hill rebuscó automáticamente en su bolso. Del monedero sacó un billete de 10 y lo entregó a la camarera.
-Un momento por favor, aquí no tengo cambio-comentó la mujer acercándose hasta la barra.
Hill no esperó el cambio, haciendo oidos sordos a la llamada de Ginger salió fuera de la cafetería.

Al acercarse al descapotable observó con desesperación, que no había ni rastro de las cosas de Guess, que indicasen su anterior presencia y al girarse bruscamente hacia la cafetería, soslayó que era espiada por Ginger, observándola a través de los cristales del local.
Enfadada, Hill montó en el coche y se marchó de allí.
-"Es imposible. No puede ser que todo haya sido parte de mi imaginación... Era demasiado real"-pensó Hill frunciendo el ceño.-"¿Qué está pasando?"-

Hill continuó el viaje, inquieta. No encontraba respuesta al misterio. Miró el reloj: las 7:30 p.m. Habían pasado tres horas desde que saliera del Self-Servicie Fancy´s. Pronto estaría en Primrose, junto a Hale. Aunque Hill no estaba segura si alguna vez confiaría a su novio lo ocurrido.
Los kilómetros pasaban rápido. El paisaje estaba cambiando nuevamente. No era tan árido y seco. También había bajado la temperatura. El atardecer estaba haciendo su aparición en el horizonte.
Hill observó algunos árboles dispersos y zonas de tierra verde que indicaban la presencia de la civilización.
Al poco tiempo, una señal de tráfico le anunciaba: PRIMROSE. 50 METROS.
Farolas a ambos lados de la carretera comarcal de Road Clay, iluminaban a Hill en la noche.
Llegó a la ciudad a las 9:48 p.m.
Hale le estaba esperando en la puerta de la casa. Hill suspiró feliz y bajó del coche. Sus ojos azules sonreían. Por un brevisímo instante, Hill creyó estar otra vez viendo a Guess.
Enseguida alejó el pensamiento de su mente.
-¡Hola, preciosa!, ¿qué tal el viaje?-le recibió efusivamente el joven abrazándola con fuerza.
-Bien, gracias-rió Hill aliviada.
Hale la besó.
-¿Trajiste muchas maletas?-preguntó soltándola.
-No, son pocas. Pero traje algo para tus padres-contestó Hill con picardía.
-Les vas a caer muuuy bien-bromeó Hale ayudándola a entrar las maletas en la casa.
Hill y Hale dejaron las maletas en el recibidor, apoyadas junto a la cómoda. El mueble, de madera de nogal lacado, sugería un lugar hogareño y cálido. Encima había varios retratos. Hill observó las fotos. Las había viejas, en blanco y negro y en sepia, de personas que; según dedujo Hill, debieron ser antepasados de Hale.
-¡Mamá! ¡Papá!-llamó Hale.

También había fotos a color, la mayoría de Hale.
-¡Mamá! ¡Papá!-volvió a llamar Hale.-¡Hill está aquí!-

Los retratos de Hale estaban colocados por escala de edades. Hill siguió con la mirada el crecimiento fotográfico de Hale.
En una de las fotos más actuales, Hale tenía echado el brazo sobre los hombros de otro chico, ambos en actitud de camadería.
Ambos con la misma sonrisa. Y casi el mismo color de ojos y la misma expresión.
Hill quedó paralizada.
El chico al que abrazaba Hale era Guess.

-¡Ah, hola Hill!-exclamó una mujer de cabello gris y hermosos ojos azules.-¡Me alegro de conocerte!-dijo besándola.
-Igualemente, señora-contestó Hill.
-¡Llámame Haze, por favor!-exclamó la madre de Hale.
-Claro, Haze-
La mujer sonrió.
-Hola, Hill. Yo soy Heat Walker, padre de Hale-dijo el hombre mayor extendiendo la mano hacia ella.
-Encantada... Heat-aventuró Hill respondiendo al saludo.
El hombre asintió satisfecho.
Hill no apartaba los ojos del retrato de Hale y Guess.
Hale, feliz, la sostuvo pasándole los brazos por la cintura desde atrás:
-¿Qué tal si te enseño tu habitación, descansas un poco y cuando esté la cena te llamo?-
-¡Claro, cariño! ¡Debes de estar muy cansada!-exclamó Haze.
No podía continuar. Sin saberlo, no. Señalando el retrato, Hill sonrió y armándose de valor comentó:
-Disculpad. Pero tengo curiosidad por saber... ¿Quién es?-

Nada más formular la pregunta, Hill oyó que un quejido de tristeza escapaba de Haze Walker. Su marido la abrazó cariñosamente.
Hill los miró preocupada. También Hale tenía una expresión triste. Por fin fue Hale quien le respondió:
-Es Hide, mi hermano-

Por un instante, Hill revivió la falta de aire, el intenso calor, la sensación de estar quemándose otra vez:
-Fue en la curva de Road Clay. Su coche cayó por el barranco y ardió... regresaba a casa, era una sorpresa, no le esperaban...-murmuró con voz entrecortada-...Le gustaba que le llamasen Guess...-

Los padres de Hale la observaron extrañados.
-...Ya me hablaste de él una vez, Hale, ¿recuerdas? Pero hasta ahora, nunca ví una foto suya... Me hubiera gustado conocerle-continuó Hill mirándoles.
-Y a él a tí, también-le respondió el joven asintiendo.
Haze y Heat Walker sonrieron.
Sonriendo también, comprendiendo al fin, Hill observó a Guess un poco más y después acompañó a Hale hasta su habitación.

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